Thursday 14 February 2013

Raymond Williams II



Antecedente de la cuestión
El trabajo de Williams en Cultura y Sociedad se centra en el trazado histórico de tres conceptos clave: Industria, Democracia y Arte. Dicho trazado empieza a finales del siglo XVIII y concluye en nuestra época. La pregunta clave es, por qué esos conceptos.
          En ellos se centran tres poderes: Económico, Político y Cultural. Estos tres poderes se relacionan entre sí, no están alejados el uno ni el otro, ni subordinados, están en diálogo. Y la conclusión de este diálogo en Inglaterra es, el siguiente:

Arte: En una primera fase, tenemos el valor independiente del arte y su importancia en las cualidades que encarna para la sociedad. En una segunda etapa, el estrés se otorga al valor mismo del arte, ajeno a su valor social. Por último, el énfasis se ubicó en la manera de reintegrar el arte a la vida común de la sociedad. En estas tres etapas, notamos una correspondencia con la idea de Industria y Democracia. (246)

Democracia: Primero, preocupación por la idea de la Democracia como un sistema político que podía entronar a las masas. Después, aparece un ideal que imagina una sociedad orgánica, comunitaria. Por último, adquiere una nueva visión de peligro ahora por lo que se entiende como democracia de masas.

Industria: Primera fase, idea de la Industria como algo peligroso, extraño, que alienaba la sociedad.  En una segunda fase, el resentimiento contra la industria se centra en la máquina de manera aislada. Por último, en este periodo, la máquina y la industria son aceptadas como inevitables.

En estos tres momentos, tenemos una clara interacción, primero hacía una visión un tanto utópica, de lucha contra lo novedoso: Democracia e Industria.
Después, esta novedad se acepta, sobre todo en el tema político, y el Arte se repliega a una estética reducida; la Industria se cosifica.
Por último, el Arte pierde toda relación con lo social, lo social por su lado se sataniza con el término democracia de masas y el privilegio mayor se da a la Industria, algo inevitable. 
Frente a este desarrollo que no privilegia ninguna de las tres visiones, cultural-política- económica, Williams ubica su última gran aportación: el análisis del concepto de masas.


Situación actual
Masa como una nueva manera de nombrar al populacho y su “credulidad, inconstancia, prejuicio de rebaño, bajeza en los gustos y las costumbres”. (247) Con esta idea, es claro que la cultura y la democracia estaban siendo amenazadas, el peligro era que lo mejor, lo más sagrado cayera en manos de quienes no sabrían apreciarlo. Peor aún, en manos de quienes podrían apropiárselo y hacer cosas indignas del nombre cultura y democracia.
          No obstante, de acuerdo con Williams, las masas no existen. Las imaginamos siempre en el otro, el distinto, pero nunca nos concebimos a nosotros mismos formando parte de ellas. Las masas han sido una “manera de ver a otra gente que se ha convertido en característica de una sociedad como la nuestra” y esto con “fines de explotación político y cultural”. (248) Bajo ella trasluce una idea sumamente conservadora que el poder (político – cultural) debería estar mejor en unas manos, pocas, especializadas. Ese Otro (obreros, pobres, ignorantes) no debe ser la medida de la balanza.
Sin embargo, las masas somos todos. No podemos identificarlo con una sola clase, un solo grupo. La clase media es quizá la mayor consumidora de este arte y lo ha sido desde un inicio. Podríamos ubicar el primer arte de masas, en 1740, con el nacimiento de la novela. Ian Watt realiza un estudio brillante sobre dicho fenómeno literario, generado por la masificación del gusto literario. 


Arte de masas versus Arte
      De ahí que sea importante, evaluar el verdadero valor y diversidad del arte de masas
    
    Para empezar, el arte de masas no está controlado ni dirigido por las masas. Está controlado por agentes, en oposición, a fuentes. El agente niega la relación entre “comunicación y convicción” “experiencia y expresión”, esto con la finalidad de obtener un fin comercial. (304) Estos agentes son los que hasta ahora tienen los beneficios de una nueva posibilidad cultural y esto, en gran medida, a nuestra idea peyorativa de dichos medios, como algo de masas.
·         
     En segundo lugar, la valoración de la parte escritural, literaria es enorme. Debido a que el público que juzga el valor estético, está acostumbrado a adquirir gran parte de dicho valor en libros, asume que todo el mundo debe hacer lo mismo, lo cual no es cierto. “El desdén por muchas de estas actividades, que siempre está latente en los muy instruidos, es un signo de los límites del observador”. (255) Por lo mismo, es necesario adaptarnos a las nuevas formas de cultura.

Tenemos, por tanto, de un lado a la cultura como la herencia de la nueva clase ascendente o el producto de las antiguas clases ociosas. (262) Una visión conservadora y liberal. En ambos casos, el dilema no sólo se juega en la noción de Arte, pero en el modo de vida que éste implica, en los códigos lingüísticos, en la justificación casi existencial. Este fenómeno puede verse de manera clara en la Rusia del siglo XIX (263), con su división tajante entre la nobleza (que habla francés) y los esclavos campesinos (folklor).  


Propuestas
          Frente a este dilema, Williams aborda los conceptos de “solidaridad” y “servicio”. En realidad, no debe existir un desafío entre estas dos culturas, alta y baja, elitista y de masas, en una verdadera sociedad democrática. Debería, en cambio, existir una igualdad de posibilidades y de juicios estéticos. Para realizar dicho cambio, el ideal burgués individualista (sube la escalera del éxito) debe cambiar (remover escalera y subir en grupo). Esta aportación la ha hecho, en gran medida, la cultura obrera. Durante el siglo XIX, a la par que grandes individuos escribían novelas, el movimiento obrero creaba grandes obras de solidaridad: sindicatos, periódicos, etc. Ellos se esforzaron por la verdadera democracia.
          La “solidaridad” con fines culturales y sociales enfrenta dos problemas. 

  • El primero es el énfasis que la sociedad consumista y clasista otorga a la “habilidad” del individuo. De esta manera, el individuo termina siendo su habilidad ya que ésta le da, a su vez, importancia social. Pero la habilidad debería ser un elemento más, quizá secundario, del ideal de bienestar y progreso social.

  • En segundo término, se encuentra la posibilidad de disentir, la diversidad dentro de la solidaridad. En ocasiones, dicha desavenencia se entiende como traición. 

El resultado, superadas estas trabas, es una cultura valorada en conjunto, de manera libre y comunitaria. Existe un gran potencial en esta opción. Potencial que sólo podría ser alcanzado si analizamos, como Williams lo ha hecho, el significado de las palabras, lo que en realidad develan, muestran y significan. Las palabras que conformen un nuevo lenguaje de vida. (275)

Metodología:

  • Productor (Códigos lingüísticos y culturales, editorial, editor, historia personal, campo cultural, difusión).

  • Consumidor (Códigos lingüísticos y culturales, modos de consumo)

  • Contexto: ¿Soporte material, libro, cine? ¿Género literario? ¿Lugar de consumo? ¿Críticos, textos-comentarios?

  • Obra: Dónde y cómo se establece-expresa la comunicación-expresión entre estos tres elementos.

  • Conclusión: La manera en que estos cuatro elementos han expresado un arte democrático, liberal, conservador; un arte para masas, subculturas, elite; un arte con un mensaje humanista, socialista, post-moderno; un arte abocado a las formas (conservador) o al contenido (liberal).   

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