En este segundo post vamos a analizar las Conclusiones al texto Introducción a la crítica literaria de Terry Eagleton. Empezamos con las premisas, su explicación, la finalidad (objetivo del texto) y sus conclusiones.
Premisa:
Eagleton es un teórico de la literatura que ha
cuestionado como pocos la idea de la teoría
literaria hasta al punto de volverla redundante,
anacrónica, práctica elitista burguesa. Entre sus escritos clave, se
encuentra la Conclusión a su Introducción
a la teoría literaria.
En este libro hace un repaso a gran parte de las teorías
literarias del siglo XX. Su primera conclusión: la investigación literaria es
más “una perspectiva especial desde la
cual se observa la historia de nuestra época” (231) que un objeto de
investigación.
Esta primera premisa va
ligada al hecho de no poder definir lo literario. Después de repasar su posible
naturaleza lingüística, estética,
humanista, textual, el objeto literario sigue más inasible que antes.
Imposible trazar límites precisos, esquemas universales. Por la simple y
sencilla razón, que la literatura,
al ser una disciplina de las humanidades está ligada a lo mutable en el tiempo y el espacio social.
Según Barthes: “La literatura es lo que se enseña” (235)
Explicación de la
premisa:
La intrascendencia científica y teórica de las
teorías literarias hasta ahora analizadas se hace evidente en lo que Eagleton
llama: generosidad a nivel del significado e intolerancia con el significante.
(241) En la crítica se aceptan varios
puntos de vista, interpretaciones y explicaciones hasta dispares. Lo
inasible de la literatura hace que mucha gente opine algo sobre un texto de
manera impune (al final no pasa nada, el paciente no muere). Sin embargo,
la intolerancia de la crítica se encuentra en la manera de expresar la opinión-interpretación. Si alguien habla
de escritor, en lugar de narrador; de lector, en lugar de lector modelo o
lector implícito; de obra, en lugar de texto; etc, es inmediatamente descalificada. Esto quiere decir que la
propia teoría se define por la
convención social de sus miembros académicos, más que por una afirmación de
conocimiento sólido. Se parece más a un jerga
de escolares que excluye a quienes no son del grupo que a un verdadero sistema
de conocimiento.
El problema, claro está, es que esta jerga no es
inofensiva. Al contrario, ha servido, con sus características políticas
encubiertas o inconscientes, ha reforzar
el statu quo.
- La escuela estructuralista al desligar lo literario de lo social, le da al texto una cualidad casi científica y su estudio como una actividad tecnócrata. Pero a diferencia de los tecnócratas, nuestra labor no tiene ningún resultado tangible, la supuesta ciencia no afecta a nadie: nuestras únicas crisis son luchas en Congresos. Su única afectación es, diría Eagleton, mantener los privilegios de unos pocos y el statu quo político.
- La crítica humanista que ve en la obra un objeto estético, hace de su estudio una hermenéutica casi religiosa, al autor como un profeta (Bloom) y al académico un clérigo. Mientras tanto, el grueso de la población sigue ajeno a esta experiencia seudo-religiosa, más aún, sigue consumiendo arte (popular, mediático, etc.) sin que nadie repare en ello.
La
separación entre lo bello estético/lo
textual técnico y lo mundano político perpetúa de esta manera el
conformismo social. Esta idea de Eagleton está sustentada, en cierta manera,
con la idea marxista de superestructura,
es decir una estructura casi intangible, que actúa, no obstante, sobre la
sociedad para mantenerla inamovible. Para que esta superestructura actúe de
manera efectiva debe percibirse por el grueso de la población como inexistente
e inerme.
Ejemplo de esta inmovilidad
social, del statu quo de la literatura entendida como un objeto estético u
objeto científico es que no hay mujeres,
negros, latinos, clase pobre, arte popular en el canon literario. El objeto
literario es, oh sorpresa, una lista de europeos y norteamericanos blancos.
Finalidad
En el centro de la crítica de Eagleton, se encuentra un deseo
claro y preciso para que la literatura modifique
a la sociedad, la ayude, la mejore. Esta es una visión pragmática: una disciplina académica funcional, digna de ser estudiada, debe causar un efecto social. La literatura ha caído en el terreno de
los hedonistas burgueses o sibaritas
latinos: leemos por placer y para reproducir el placer.
Imaginemos otra disciplina, las matemáticas, la
física, el derecho estudiando por el placer de hacer operaciones matemáticas,
de memorizar leyes sin ningún fin que el hecho de hacerlas. Las matemáticas desafían todos los
conocimientos dados, el origen del universo, realidades paralelas, etc. El
derecho cimenta las bases para una civilización ética y, por lo mismo, justa.
Si la literatura se queda en el campo del placer
hedonista no vale la pena invertir tanto dinero y esfuerzo en su estudio: que
se preserve en las bibliotecas de los antiguos aristócratas.
Una de las aparentes salidas a este problema lo aporta el
“humanismo liberal”. La literatura
expresa y refuerza valores humanos: libertad,
igualdad, justicia, etc. El problema, según Eagleton, es que se quedan en la
esfera del individualismo. No se
reflejan de manera tangible y concreta en ningún cambio. La sociedad capitalista ha aceptado este
humanismo liberal convirtiéndolo, el día de hoy, en el discurso que
sustenta la mayor desigualdad de clases, las peores crisis económicas y
catástrofes humanitarias.
Cuidado: esto no quiere decir que
los escritores, los productores,
deban sentir un compromiso político y social con su obra, que escriban para
enseñar. Esto quiere decir que los
académicos deben desentrañar el funcionamiento de dicha obra literaria en
la sociedad, cómo la define, la influye, la construye o deconstruye. Estudiar
el texto como otro agente social, en
lugar de un objeto de vitrina.
Conclusiones
Estas conclusiones lo llevan a dar el salto a los
estudios culturales, o lo que llama, siguiendo a Foucault, “prácticas
discursivas” (243) En ellas cabe, Milton y Bob Dylan porque la base del estudio
ya no será un elemento intrínseco en la obra, lo bello, lo sublime, sino su efecto. A esta rama de estudios, la
relaciona con la retórica clásica,
que era, el estudio dedicado al discurso persuasivo, razonable y estético
(estético en relación a su fin y no a sí mismo).
La retórica evaluaba el discurso en relación a los resultados
concretos: persuadir, incitar, conmover (244) Devolver a la literatura a su
determinantes sociales, darle relevancia y pragmatismo. Cuando el humanismo
liberal habla de la literatura, lo estético, como una manera de “hacernos
mejores”, “más humanistas”, “más sensibles”, en realidad no está haciendo nada.
Eagleton quiere llevar lo literario al terreno de
lo político porque “los argumentos políticos no son una alternativa colocada
frente a las preocupaciones morales, sino esas mismas preocupaciones tomadas en
serio y con todas sus consecuencias”. (247)
En lugar de preguntarnos por la metodología y la
ontología del objeto de estudios, preguntemos en cambio el por qué hemos de ocuparnos de dicho objeto. Este es un cambio
radical. Se relaciona, en cierta manera, con el perspectivismo de Nietzsche. En
lugar de preguntarse sobre hechos sin respuesta (metafísica), analicemos los
medios que nos hacen formular dichas respuestas (psicología), y los resultados
tangibles de las verdades que aceptamos como ciertas (ética).
Eagleton valora cuatro
momentos en que la teoría literaria ha adquirido relevancia política-social,
donde ha dado respuesta al por qué. (244-246)
Primero: en la lucha de las
naciones que buscan independizarse. Cuestionar la imposición de un discurso
imperialista, una intervención en el lenguaje y la identidad de otra cultura. Post-colonialismo.
Segundo:
el movimiento feminista resignificando conceptos como “experiencia vivida”
“discurso corporal” etc; concientización de las fuerzas que controlan y
subordinad a la diferencia de género. Estudios
de género.
Tercero: la industria
cultural en su crítica de los medios masivos de comunicación, y la idea de una
cultura económica-capitalista que sea antes que otra cosa, redituable. Post-marxismo.
Cuarto: estudios culturales y su interés en la producción de clases
reprimidas, subculturas.